domingo, 22 de febrero de 2015

Prevención y tratamiento del cáncer desde la alimentación: diferencias y similitudes

Una vez aparece la enfermedad paralelamente se instauran signos y síntomas típicos como caquexia, debilidad, fatiga, inapetencia, cansancio y anorexia entre otros. Estos síntomas dificultan el seguimiento de una dieta adecuada y saludable, y la inapetencia y la rápida saciedad acompañada de la anorexia pueden comprometer el estado nutricional gravemente. Por lo tanto hay que controlar y asegurar nutrientes esenciales como puede ser el caso de proteínas, minerales y vitaminas que se vean disminuidos. La American Cancer Society en 2012 propone que entre las estrategias claves para el tratamiento hay que mantener un peso saludable que oscile entre 18.5 y 25 kg/m2, realizar actividad física regular y evitar el sedentarismo, manteniendo una dieta rica en frutas, verduras y cereales integrales (1). Peculiarmente, estas mismas recomendaciones son extrapolables a las dirigidas a prevenir la enfermedad, ya que mantener un estilo de vida activo, un peso saludable, y una alimentación equilibrada con predominio de frutas, verduras y alimentos integrales, junto con la disminución de aquellos alimentos con poco valor nutricional como azúcares, embutidos y carnes rojas y bollería, son estrategias que minimizan las posibilidades de padecer cáncer. Evidentemente huyendo también de otros comportamientos insanos como el tabaco o el alcohol.

La justificación del consumo de frutas y verduras es más que conocida, ya que se sabe que un consumo de estos alimentos proporciona fibra y otros nutrientes, que se han visto indirectamente relacionados con algunos cánceres; el consumo de frutas y alimentos de origen vegetal puede minimizar el riesgo de sufrir cáncer de orofaringe, pulmón, esófago, estómago, colon y recto (2). Y puede ser coincidencia o no, pero los vegetarianos casualmente presentan una tasa global de cáncer menor (3).

Antes de presentar la enfermedad, no hay tantos inconvenientes para seguir estos hábitos saludables, las únicas excusas pueden ser el trabajo, falta de tiempo, o inapetencia (gandulería). Pero deberíamos hacer nuestros los hábitos saludables para prevenir no sólo enfermedades como el cáncer, sino también otras como hipertensión arterial, diabetes, obesidad, síndrome metabólico, u otras relacionadas con el consumo de fibra como la diverticulosis o el síndrome del intestino irritable por poner dos ejemplos más de la casi infinita lista de patologías que podemos evitar simplemente manteniendo un estilo de vida saludable.


Referencias

1.    American Cancer Society. Nutrition and Physical Activity Guidelines for Cancer Survivors. Cancer J Clin. 2012;64(2):242–74.
2.    Soerjomataram I, Lemmens V, Benetou V, Coeberg JW, de Vries E, Barendregt J et al. Increased consuption of fruit and vegetables and future cancer incidence in selected Europeans countries. Eur J Cancer. 2010;46(14):2563–80.

3.    Saz-Peiró P, Saz-Tejero S, Morán Del Ruste M. La dieta vegetariana y su aplicación terapéutica. Med Natur. 2013;7(1):13–27.

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